Colina, el nutriente olvidado

La colina participa en regular el funcionamiento adecuado del sistema, el movimiento muscular, o el metabolismo del hígado.La colina es una sustancia relacionada con las vitaminas del grupo B en sus funciones, y que hasta la fecha ha recibido poca atención. Sin embargo, su carencia puede afectar negativamente a la salud, especialmente al hígado. Te contamos más sobre esta sustancia. Artículo publicado en la revista Alimente el 24/09/2019.

En el mundo de los nutrientes, las vitaminas y los minerales cuentan con toda la atención, con algunas excepciones como la fibra, o los ácidos grasos omega-3. Sin embargo, hay otras sustancias que cumplen con funciones indispensables para el organismo, y de las que apenas se habla.

Sería este el caso de la colina, cuya importancia fue descubierta bastante más tarde que en el caso de las vitaminas. De hecho, el Instituto de Medicina de Estados Unidos, la incluyó en 1998 entre los nutrientes esenciales (aquellos que no podemos crear o solo en cantidades limitadas y necesitamos obtener de los alimentos).

Podemos emparentar a la colina con las vitaminas del grupo B. Es hidrosoluble como ellas (se disuelve bien en agua) y sus funciones están muy relacionadas. Participa entre otros, en regular aspectos como el funcionamiento adecuado del sistema nervioso (por la formación de acetil-colina, un neurotransmisor) el movimiento muscular, o el metabolismo del hígado.

Debido a que no hay demasiados estudios al respecto, por el momento no se ha establecido unas ingestas dietéticas recomendadas de colina. Sin embargo, el mencionado Instituto de Medicina de EEUU, ha establecido unas Ingestas adecuadas, que se supone serán suficientes para la mayor parte de personas en evitar daño a su salud. En adultos, estos valores son de 550mg al día para hombres y de 425mg diarios para mujeres.

La colina participa en regular el funcionamiento adecuado del sistema nervioso, el movimiento muscular, o el metabolismo del hígado.

Estos valores pueden variar en función de la genética personal, ya que ésta puede hacer que algunos individuos tengan necesidades aumentadas de colina. Un estudio encontró que en una muestra de 26 hombres, 6 de ellos desarrollaron síntomas de deficiencia de colina, a pesar de estar tomando mayor cantidad de la Ingesta Adecuada recomendada, “Sex and menopausal status influence human dietary requirements for the nutrient choline“, PublMed, mayo 2007.

Además, algunas situaciones pueden aumentar las necesidades, como es el caso de los deportistas de fondo, donde los niveles de colina descienden marcadamente durante el ejercicio, “The effect of lecithin supplementation on plasma choline concentrations during a marathon“, PublMed, noviembre 2000.

El consumo de alcohol, aumenta el riesgo de deficiencia, como sucede también con vitaminas como el folato o la B12, “The effect of alcohol on the choline requirement“. JEM, noviembre 1954. Y durante el embarazo, es muy importante facilitar un aporte adecuado de colina, para el desarrollo del sistema nervioso del futuro bebé, “Choline: critical role during fetal development and dietary requirements in adults“, PublMed 2006. De hecho, se ha podido comprobar que el riesgo de defectos del tubo neural (espina bífida entre otros) que se trata habitualmente con ácido fólico, también se reduce en aquellas mujeres con una mayor ingesta de colina, “Periconceptional dietary intake of choline and betaine and neural tube defects in offspring“, PublMed julio 2004.

Clave para el hígado graso.

Dentro de las afecciones que puede sufrir el hígado, la más frecuente es el hígado graso no alcohólico. Esta acumulación de grasa en las células del hígado se estima que afecta a un 25% de los europeos “Guía de práctica clínica“, ELSEVIER, 2018. La tendencia es que esta enfermedad vaya en aumento, debido a su asociación con la obesidad, la diabetes y el síndrome metabólico. Si no se trata, puede progresar a inflamación del hígado, con cicatrización (esteatosis) del tejido y daños irreversibles, similares a los producidos por el consumo de alcohol. En casos especialmente graves, puede avanzar a cirrosis e insuficiencia hepática, que requieran trasplante de hígado.

Como primera línea de tratamiento se propone los cambios en el estilo de vida, con la dieta mediterránea y el ejercicio como pilares. La pérdida de peso y el control de la diabetes en caso de estar presente, son fundamentales, así como limitar el consumo de azúcares simples y refinados. En definitiva, la obesidad generalizada afecta también a la acumulación de grasa en el hígado, y por ello conseguir un peso corporal dentro de la normalidad es uno de los primeros objetivos. Pero puede haber pacientes aparentemente sanos, en los que la enfermedad aparezca con un peso corporal normal. ¿Puede la deficiencia de colina ser la causa?

¿Puede la deficiencia de colina ser la causa?

Los primeros indicios de que una dieta deficiente en colina puede causar daño hepático vinieron de pacientes alimentados con nutrición enteral, en las que los preparados incluían una baja cantidad de colina. Estos pacientes desarrollaron, además, daño muscular. Estudios en ratones han demostrado que la colina es fundamental para que el hígado pueda funcionar adecuadamente y evitar la acumulación excesiva de grasa en sus células.

Una dieta rica en colina (hígado, yema de huevo, bacalao, soja o brócoli...) junto con la actividad física y el abandono de hábitos como el alcohol  pueden ayudar a revertir la enfermedad.Hay dos aspectos individuales que regulan las necesidades de colina, y son las variaciones en algunos genes, y los niveles de estrógenos. Las mujeres premenopáusicas y las mujeres postmenopaúsicas con terapia de reemplazo hormonal tienen un menor requerimiento de colina (425mg al día) mientras que las mujeres postmenopáusicas sin tratamiento con estrógenos, tendrían las mismas necesidades que los hombres (550 mg al día). El efecto de los estrógenos está modulado por un gen denominado PEMT. Un 40% de las mujeres tiene una variante del mismo que no responde a los estrógenos, así que ellas también tendrían las mismas necesidades diarias que los hombres.

Pero además de estos factores individuales, nos encontramos con la dieta. Los alimentos más ricos en colina, tales como la yema de huevo o las vísceras como el hígado, han estado proscritos durante muchos años, como alimentos ricos en grasas y no saludables.  Si combinamos una dieta baja en colina, con unas necesidades individuales aumentadas, por los factores anteriores, podemos tener una mayor predisposición a la enfermedad.

Estudios recientes han demostrado que aproximadamente un 25% de los estadounidenses siguen una dieta muy baja en colina. Así, estudios como el de Framingham dan niveles inferiores a 203mg al día, datos similares a otros estudios con niveles de menos de 300mg al día en todos los casos.

Una dieta rica en colina (hígado, yema de huevo, bacalao, soja o brócoli…) junto con la actividad física y el abandono de hábitos como el alcohol  pueden ayudar a revertir la enfermedad.

Por todo lo anterior, y ante un caso de hígado graso no alcohólico, no deberíamos olvidar la deficiencia de colina como un posible factor, tanto en personas obesas como sobre todo en pacientes con aparente normopeso y sin síndrome metabólico. Una dieta rica en colina (hígado, yema de huevo, bacalao, soja o brócoli entre otros) o la suplementación en su caso, pueden ayudar a revertir la enfermedad, junto con la actividad física y el abandono de hábitos como el alcohol, tan perjudicial para el hígado.

Parte de la colina es transformada por el organismo en otra sustancia, la betaína,”Betaine, a promising new agent for patients with nonalcoholic steatohepatitis: results of a pilot study“, PublMed, septiembre 2011. De forma complementaria, podemos incluir en la dieta alimentos ricos en betaína tales como cereales integrales, espinacas o la remolacha, entre otros. Esto hace que aumente la cantidad de colina disponible. Conozco dietistas que han puesto en marcha este tipo de dietas ricas en colina y betaína, para pacientes con hígado graso no alcohólico, con muy buenos resultados. No olvidemos que la yema de huevo es una buena fuente de colina y que como mencionamos en el artículo “¿Puedo comer un huevo todos los días?“, Gente Sana, agosto 2019, al mito de los tres huevos máximo a la semana está desterrado.

Clínica Dr. Durántez para un envejecimiento saludable

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