Obesos metabólicamente sanos: hora de abandonar el concepto

Los obesos metabólicamente sanos tenían un riesgo 4 veces mayor y los obesos no sanos 12 veces mayor de diabetes.El concepto de obesos metabólicamente sanos, es decir, aquellos sujetos con obesidad, pero cuyos marcadores de riesgo cardiovascular o control glucémico están dentro del rango normal, está siendo puesto en duda. Un nuevo estudio en Reino Unido pone de manifiesto que el obeso puede no ser tan sano como lo pintan.

Este es un tema que ya revisamos en este espacio, con la entrada “¿Existen los fofisanos?“, Gente Sana, abril 2021, donde ya mostrábamos cómo aunque puede haber personas con sobrepeso u obesidad, cuyas analíticas son aparentemente sanas, la realidad es diferente. Un nuevo estudio en Reino Unido con una muestra de más de 380.000 individuos, seguidos durante 11 años, pone en duda el concepto de obesidad metabólicamente sana. Artículo publicado en la revista Alimente el 21/06/2021.

En este nuevo trabajo, se ha podido comprobar como los obesos “metabólicamente sanos” tenían un riesgo de diabetes 4,32 veces mayor, de aterosclerosis 1,18 veces mayor, de fallo cardiaco 1,76 veces mayor, y de enfermedad respiratoria 1,2 veces que los sujetos sanos no obesos. Además, aproximadamente un cuarto de los obesos “sanos” sufría un empeoramiento de su metabolismo entre 3 y 5 años después.

Los datos de este estudio proceden del Biobanco de Reino Unido, un estudio a largo plazo en el que se registran datos de población de ese país y se van analizando en diferentes momentos para verificar correlaciones entre marcadores de salud y estilo de vida.

Los obesos metabólicamente sanos tenían un riesgo 4 veces mayor y los obesos no sanos 12 veces mayor de diabetes.

¿Cómo se definió al obeso metabólicamente sano? Se incluyó en este grupo a aquellos con un índice de masa corporal superior a 30, y que además tuvieran al menos 4 de un grupo de 6 parámetros dentro de la normalidad: tensión arterial, proteína C reactiva, hemoglobina glicosilada, colesterol LDL y HDL, y triglicéridos.

De entre el total de más de 380.000 individuos, los investigadores encontraron un 55% de sanos con peso normal, un 15,6% de obesos no sanos, y un 9% de obesos considerados metabólicamente sanos. Se analizó la relación entre diversos hábitos como alimentación o nivel de actividad física, tabaquismo o consumo de alcohol y el riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes y mortalidad.

Comparados con los sanos con normopeso, los obesos metabólicamente sanos tenían un riesgo 4 veces mayor y los obesos no sanos 12 veces mayor de diabetes. Los obesos sanos tendían a ser más jóvenes y activos que los no sanos.

Los autores del estudio, señalan una conclusión importante: los obesos “metabólicamente sanos” no lo son, ya que tienen un riesgo aumentado de enfermedad cardiovascular, diabetes y enfermedad respiratoria. Además, se cuestiona la utilidad de etiquetar de forma simplificada a pacientes dentro de un grupo en el que los resultados son heterogéneos, con una enfermedad, la obesidad, asociada con un amplio numero de enfermedades. En resumen, señalan que habría que abandonar definitivamente ese término, puesto que no refleja la realidad, y no tiene utilidad clínica.

La obesidad, más allá de la imagen.

Este estudio demuestra que la supuesta buena salud de los obesos metabólicamente sanos no es real. ¿Por qué entonces esos marcadores normales cuando el peso corporal está elevado? Se ha observado que, por lo general, el patrón de acumulación de grasa corporal en la obesidad patológica es central, es decir con predominio de grasa visceral, asociada a la inflamación y a mayor riesgo de enfermedades metabólicas. En la obesidad “metabólicamente sana”, el patrón de acumulación de grasa puede ser predominantemente subcutáneo, con menor inflamación.

Esto podría explicar, por tanto, esa diferencia en los marcadores en sangre. Pero lo verdaderamente importante son los llamados “hard end-points” en inglés, o los acontecimientos clínicos: es decir, si la persona finalmente  desarrolla diabetes o sufre un infarto. Y en este sentido, los obesos sean del tipo de sean, tienen mayor riesgo que las personas con normopeso.

La inflamación crónica, ese asesino silencioso, “La inflamación crónica: el asesino silencioso“, Gente Sana, diciembre 2020, está detrás del riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes, y otras enfermedades metabólicas. El problema está en que tal vez no estemos midiendo todavía de forma generalizada marcadores que permitan determinar con suficiente sensibilidad, que existe una inflamación silente o de bajo nivel y que pueda desembocar en el futuro en un estado de enfermedad. De hecho, como hemos mencionado en el estudio británico, una buena parte de los obesos metabólicamente sanos desembocaba en mala salud, pocos años después.

¿Podemos fiarnos entonces si tenemos algo de sobrepeso, pero nuestras analíticas están bien? Mejor es no bajar la guardia. Tal vez seamos inactivos, pero comamos bien y no tengamos hábitos tóxicos, y nuestro nivel de inflamación sea bajo a pesar de unos kilos de más. Pero no sabemos en la actualidad donde está la frontera y en que momento la salud metabólica puede empeorar.

Perder peso, siempre una buena idea.

En salud, los dogmas son cambiantes conforme la ciencia evoluciona. Un ejemplo es este término de obesidad metabólicamente sana, que probablemente habrá que abandonar. Otro concepto que en la actualidad está denostado por algunos sectores, es el del balance calórico, argumentando que las calorías no importan para el control del peso corporal y que la calidad de la dieta es lo determinante. Y otro concepto que también se relativiza es el del índice de masa corporal (IMC) como indicador de salud.

En relación a este último es cierto que el IMC es un parámetro orientativo de forma general, pero que a veces está distorsionado en función de la composición corporal. Es la anécdota de la atleta de élite con un IMC superior a 26, pero todo músculo, a la que se indicó que perdiera peso en un reconocimiento médico. Y viceversa, tendríamos el caso de los “delgordos” o delgados obesos, con IMC bajo, pero con poca masa muscular y alto porcentaje graso, metabólicamente insanos.

Los kilos de más por definición sobran, y en ningún caso podemos minimizar su impacto negativo en la salud.

Fijarnos solo en el IMC o el peso sin tener en cuenta la composición corporal es un error.  Y para mejorarla, el ejercicio es fundamental. Sin movernos, no podemos desarrollar masa muscular, tejido metabólicamente activo. Algo importante para reducir el riesgo de enfermedades metabólicas. En cualquier caso, volviendo a los fofisanos, perder peso es siempre buena idea ya que se ha comprobado que mejora el pronóstico de numerosas enfermedades, incluso las autoinmunes.

No en vano este meta-análisis demuestra como las intervenciones de pérdida de peso reducen la mortalidad y el riesgo de enfermedad cardiovascular y cáncer, en personas obesas. Algo nada desdeñable, “Effects of weight loss interventions for adults who are obese on mortality, cardiovascular disease, and cancer: systematic review and meta-analysis“, PubLMed, noviembre 2017.  En definitiva, los kilos de más por definición sobran, y en ningún caso podemos minimizar su impacto negativo en la salud. Desterremos definitivamente el término de la obesidad metabólicamente sana o de los “fofisanos”, perdamos peso, y mejoremos nuestra composición corporal con ejercicio. Nuestra salud lo agradecerá.

Clínica Dr. Durántez para un envejecimiento saludable

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