Carne roja y corazón: ¿Cuál es el vínculo?

Existe la posibilidad de que la carne roja no sea “mala” para todos, sino solo para aquellos con cierto perfil en su microbiota.La carne roja es desde luego uno de los alimentos bajo el punto de mira. Desde su alto coste medioambiental, pasando por el riesgo de cáncer hasta el de infarto, cada vez se aconseja moderar más el consumo de este alimento. ¿Qué hay de cierto en el vínculo entre la carne roja y la enfermedad cardiovascular? Artículo publicado en la revista Alimente el 06/09/2019.

Durante décadas, especialmente a partir de los años 70 del pasado siglo, se ha responsabilizado a las grasas, especialmente las saturadas y muy especialmente al colesterol (con todo lo vago del término) del aumento en la incidencia de la enfermedad cardiovascular.

En los últimos años sin embargo, los meta-análisis (estudios que analizan de forma conjunta datos de muchas investigaciones similares) han revelado que las grasas saturadas no parecen estar tan vinculadas a la enfermedad cardiovascular y a la mortalidad como se pensaba, “Meta-analysis of prospective cohort studies evaluating the association of saturated fat with cardiovascular disease“, Oxford Academic, enero 2010 y “Intake of saturated and trans unsaturated fatty acids and risk of all cause mortality, cardiovascular disease, and type 2 diabetes: systematic review and meta-analysis of observational studies”, Thebmj, agosto 2015.

Recientemente, se ha descubierto un nuevo sospechoso del riesgo de una dieta rica en carne roja para el corazón: Se trata del óxido de trimetil amina (TMAO para los amigos) que pueden producir algunas bacterias intestinales, a partir de componentes de la carne roja como la colina o la carnitina.

Niveles elevados de TMAO (óxido de trimetil amina) se asocia con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad.

El pistoletazo de salida lo dio el trabajo de Koeth del año 2013. En él, demostraban que sujetos omnívoros producían mas TMAO que los veganos o vegetarianos, tras ingerir L-carnitina “Intestinal microbiota metabolism of L-carnitine, a nutrient in red meat, promotes atherosclerosis“, NCBI, mayo 2013. Esto se explicaba por la mayor abundancia de unas bacterias intestinales del género Prevotella que al parecer, abundaban en los omnívoros y además transformaban la L-carnitina en TMAO.

Este artículo despertó cierta polémica en el ámbito académico de la nutrición. De hecho, una de las principales críticas a este trabajo, aparte de algunas lagunas metodológicas, era que hay alimentos que aumentan mucho mas los niveles de TMAO, como es el pescado, el cual siempre ha sido considerado cardioprotector “Microbial trimethylamine-N-oxide as a disease marker: something fishy?“, NCBI, mayo 2017. Pero seis años son mucho en ciencia, y ha habido nuevos resultados que han arrojado más luz sobre este tema.

Tres recientes meta-análisis parecen confirmar que los niveles elevados de TMAO en circulación se asocian con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad. Uno de ellos, de 2017, encontró un incremento de un 60% en el riesgo de infarto en sujetos con niveles elevados de TMAO, “Gut Microbiota Metabolites and Risk of Major Adverse Cardiovascular Disease Events and Death: A Systematic Review and Meta‐Analysis of Prospective Studies“, JAHA, junio 2017. Y un ensayo clínico publicado este año, ha confirmado que la carne roja, aumentaba más los niveles de TMAO que la carne blanca, o proteínas no cárnicas como huevo o lácteos, “Impact of chronic dietary red meat, white meat, or non-meat protein on trimethylamine N-oxide metabolism and renal excretion in healthy men and women“, Oxford Academic, diciembre 2018.

El pescado aumenta mucho mas los niveles de TMAO

Además, y por razones aun no conocidas, la carne roja redujo la capacidad del riñón para excretar TMAO en la orina. Esto podría explicar por qué, a pesar de que algunos pescados son una fuente rica en TMAO preformado, esto no sería tan problemático ya que la sustancia se elimina en la orina de forma rápida, como demuestra este estudio, “Dietary precursors of trimethylamine in man: a pilot study“, NCBI, mayo 1999. En el caso de la carne roja, al no excretarse tan fácilmente aumentaría el tiempo en circulación.

Además, existe otro factor que es la participación de la microbiota intestinal. Son algunas bacterias las que transforman los componentes de la carne roja en Trimetilamina, que en el hígado es posteriormente convertida en TMAO. Y al parecer, la carne roja favorece la proliferación de esas especies bacterianas capaces de esa transformación.

Por tanto, la carne roja favorecería la formación de estas sustancias al aumentar las bacterias que las transforman en TMAO, y además reducen la capacidad de expulsarla por los riñones. Se sabe además que es imprescindible la presencia de estas bacterias, porque cuando se suprimió la microbiota intestinal con antibióticos, la producción de TMAO cesó.

Niveles elevados de TMAO (óxido de trimetil amina) se asocia con mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad.

¿Y cual es el efecto de la TMAO sobre el sistema cardiovascular?

Pues esta molécula parece tener efectos aterogénicos (favorece la formación de placas en las arterias), protrombóticos (aumenta el riesgo de formación de trombos) e inflamatorios, tres componentes que están presentes en todo infarto que se precie.

Aunque todavía quedan lagunas que confirmar, todo apunta a que este nuevo mecanismo, podría afirmarse como otra vía por la que las dietas de tipo occidental, ricas en carnes, especialmente procesadas, podrían aumentar el riesgo cardiovascular. La pregunta es, ¿Qué podemos hacer? Reducir el consumo de carne roja es la fórmula más obvia, pero sorprendentemente, los precursores de TMAO también se encuentra en otros alimentos como los procesados que contiene fosfatidilcolina (lecitina), las bebidas energéticas, algunos suplementos proteicos o algunas frutas y verduras.

En la búsqueda de terapias que reduzcan este riesgo, el grupo del profesor Hazen ha desarrollado unos fármacos que bloquean la producción de TMAO, probados en ratones con éxito, “Development of a gut microbe–targeted nonlethal therapeutic to inhibit thrombosis potential“, nature medicine, 2018. Y el descubrimiento de las bacterias responsables de la transformación, puede permitir también el desarrollo de un fármaco que bloquee esta vía, “l-Carnitine in omnivorous diets induces an atherogenic gut microbial pathway in humans“, JCI, diciembre 2018.

Existe la posibilidad de que la carne roja no sea “mala” para todos, sino solo para aquellos con cierto perfil en su microbiota.

Pero mientras tanto, ¿cuál sería la mejor forma de reducir la TMAO en nuestra dieta? Afortunadamente, todo converge a otros consejos que hemos dado en este espacio: una dieta basada en vegetales, moderando el consumo de carne roja y prefiriendo fuentes protéicas de calidad como pescado (al menos dos o tres veces por semana) sin olvidar las legumbres. Existe la posibilidad de que la carne roja no sea “mala” para todos, sino solo para aquellos con cierto perfil en su microbiota. Aun no conocemos todos los factores, pero podría ser que ciertos patrones dietéticos favorezcan la presencia de esas bacterias capaces de generar la TMAO a partir de la carne roja, y que otros, al contrario, sean protectores.

Esto es lo que observó Hazen en sus estudios, ya que no todos los sujetos aumentaron los niveles de TMAO en la misma magnitud. ¿Es posible que una dieta de tipo “occidental” favorezca este proceso, mientras que una de tipo mediterráneo lo atenúe? Lo sabremos en próximos años, pero por el momento, el consejo más prudente es introducir variedad en nuestras fuentes de proteínas, y seguir disfrutando de un buen corte de carne roja de calidad, de forma esporádica.

Clínica Dr. Durántez para un envejecimiento saludable

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