El ejercicio también elimina las “células zombis”

El ejercicio activa en nuestro organismo la producción de múltiples sustancias beneficiosas,El Ejercicio también elimina las “células zombis”. De nuevo, la mejor polipíldora contra el envejecimiento. La actividad física es uno de los pilares de una vida saludable, y una de las mejoras herramientas para poner más vida a los años. El ejercicio activa en nuestro organismo la producción de múltiples sustancias beneficiosas, y acaba además, con las células que nos envejecen.

El ejercicio es fundamental para mantenernos sanos, y por muchos años. Ser físicamente activo es una condición indispensable para el bienestar, a lo largo de nuestra vida. Y, de hecho, es uno de los indicadores más claros de buena salud a edades avanzadas. Todos conocemos de cerca casos de mayores que cuando dejan de moverse caen en un lento pero irremediable declive. En muchas ocasiones una fractura de cadera es el principio del fin, no por sí misma sino por precipitar un proceso de inactividad que ya no tiene vuelta atrás. No en vano, marcadores de estado físico tales como la capacidad cardiorrespiratoria, o el sencillo test de fuerza de agarre, son muy buenos predictores de mortalidad. Artículo publicado en la revista Alimente el 23/07/2022.

Los beneficios del ejercicio regular no se limitan a mejorar nuestra fuerza o nuestra capacidad cardiaca o respiratoria, sino que van más allá a nivel molecular. Se sabe desde hace décadas que las personas que son físicamente activas tienen un sistema inmune más capaz contra las infecciones, “El ejercicio físico, imprescindible frente al covid-19“, Alimente, mayo 2020. Esto es algo sobre lo que la COVID nos ha dejado multitud de datos, donde las personas sedentarias, con obesidad y con inflamación crónica, han tenido peor pronóstico.

Hablando de inflamación crónica, de ese asesino silencioso, “La inflamación crónica: el asesino silencioso“, Gente Sana, diciembre 2020, el ejercicio también es clave para combatirla, a través de las exerquinas. El año 2000 marcó el descubrimiento de este nuevo campo, con la publicación por Pedersen de varios trabajos en los que se demostraba que una sustancia, la Interleuquina-6 o IL-6, se segregaba por la contracción muscular asociada al ejercicio, “Muscle-derived interleukin-6: possible biological effects“, PubLMed, octubre 2001. Esta citoquina tiene efectos antiinflamatorios y actúa en el tejido adiposo y en el hígado, mejorando el control glucémico y mediando en la quema de grasa asociada al ejercicio.

Este fue el arranque para el descubrimiento de otras exerquinas, o dicho de otro modo, citoquinas asociadas al ejercicio, producidas por varios tejidos como el muscular (mioquinas) el hígado (hepatoquinas) el tejido adiposo (adipoquinas) el corazón (cardioquinas) o las neuronas (neuroquinas) entre otros. Continuamente se están descubriendo nuevas sustancias segregadas con el ejercicio y que tienen nuevas funciones, beneficiosas para nuestra salud, “Exerkines in health, resilience and disease“, PubLMed, mayo 2022.

Ejercicio, el “Rick Grimes” de las células.

Los seguidores de la serie The Walking Dead saben sin duda que Rick Grimes es el verdadero icono de la caza de muertos vivientes. Ya mencionamos que en nuestro organismo también existen zombis denominados células senescentes, Senescencia celular: Cuando nuestras células se convierten en “zombis” que nos envejecen“, Gente Sana, septiembre 2021. Estas células, en lugar de desaparecer una vez llegado el fin de su ciclo vital, permanecen en un estado de senescencia donde se encuentran envejecidas, liberando a su alrededor sustancias que favorecen la inflamación y la transformación de otras células en senescentes.

Experimentos en animales han demostrado que eliminando las células senescentes se puede recuperar la función de diversos tejidos y órganos, perdida por el envejecimiento o por enfermedades. Un trabajo elegantemente diseñado, trasplantó células senescentes a ratones jóvenes, provocando pérdida de la capacidad física y envejecimiento a los tejidos de los roedores. Y a la inversa, utilizando un coctel de sustancias senolíticas se consiguió atenuar la pérdida de capacidad física y aumentar la supervivencia en un 36%, “Senolytics improve physical function and increase lifespan in old age“, PubLMed, agosto 2018.

Pero no solo con senolíticos podemos acabar con nuestras células zombis ya que el ejercicio es capaz de reducir la carga de células senescentes en el organismo, lo que se suma a otros efectos moleculares antienvejecimiento del ejercicio como son la mejora de la longitud de los telómeros, de las defensas antioxidantes, o de la función de las mitocondrias. Una revisión recién publicada, Exercise Counters the Age-Related Accumulation of Senescent Cells, PubLMed, julio 2022, señala que los beneficios de la actividad física, podrían estar mediados de forma muy significativa por su capacidad de reducir la senescencia.

Uno de los primeros ensayos que relacionaron senescencia y ejercicio en humanos, demostró que un programa estructurado de 12 semanas de actividad dirigida, mejoraba la función física en personas mayores, “Exercise reduces circulating biomarkers of cellular senescence in humans“, PubLMed, julio 2021. Cuando se midió además marcadores de la senescencia en los individuos que participaron en el programa, se encontraron mejoras muy significativas. Además, midiendo los niveles de partida de proteínas relacionadas con la senescencia, los autores fueron capaces de predecir el nivel de mejora en respuesta al programa de ejercicio.

Otro estudio encontró que un programa de seis semanas de ejercicio de fuerza, fue capaz de reducir en más de un 40% las células senescentes del sistema inmune (linfocitos T) en mujeres de más de 65 años, “Six weeks of strength endurance training decreases circulating senescence-prone T-lymphocytes in cytomegalovirus seropositive but not seronegative older women“, PubLMed, julio 2019. A esto hay que añadir la relación entre mejor capacidad cardiorrespiratoria y menor presencia de células senescentes, “Influence of Exercise on Exhausted and Senescent T Cells: A Systematic Review“, PMC PubMed Central, agosto 2021.

Suplementos senolíticos.  

A la capacidad senolítica del ejercicio, podemos sumarle el empujón que se puede gracias a algunos suplementos, de los cuales la quercetina, la fisetina y el dasatinib son los más estudiados, habiendo demostrado en animales su capacidad para eliminar las células senescentes,”Senolytic drugs: from discovery to translation“, PubLMed, nviembre 2020.

Ya hay ensayos clínicos en humanos, que están utilizando suplementos senolíticos para combatir algunas enfermedades que se caracterizan por importantes aumentos de la senescencia celular. Uno de ellos, utilizó el tratamiento con dasatinib y quercetina, para combatir la fibrosis pulmonar idiopática, Senolytics in idiopathic pulmonary fibrosis: Results from a first-in-human, open-label, pilot study“, PubLMed, febrero 2019, con buenos resultados. Existen en la actualidad ensayos clínicos en marcha para verificar el efecto de los senolíticos frente a otras patologías, como el Alzheimer, “Senolytic Therapy to Modulate the Progression of Alzheimer’s Disease (SToMP-AD): A Pilot Clinical Trial“, PubLMed, diciembre 2022.

Además de estos senolíticos que, de forma directa, actúan reduciendo la cantidad de células envejecidas, contamos con la metformina, ese medicamento antidiabético que cada vez demuestra más potencial como terapia antienvejecimiento. Uno de sus mecanismos de actuación es precisamente reducir la producción de sustancias tóxicas en el entorno de las células senescentes. Y otro es inhibir la activación de una vía del metabolismo denominada mTOR, y activar otra llamada AMPK, algo que también hacen la restricción calórica, y el ayuno intermitente y  que han demostrado alargar la vida en modelos animales.  La rapamicina es otra sustancia también capaz de actuar sobre la senescencia, ya que inhibe la ruta mTOR, lo que hace que aumente la autofagia o reciclaje celular, reduciendo la aparición de células zombis, y la inflamación. La rapamicina también ha aumentado la longevidad en modelos animales.

Tendremos que esperar a los resultados de los ensayos clínicos en marcha, pero la relación entre ejercicio y senescencia celular, desvela un mecanismo más por el que la actividad física no solo es buena para prevenir sino también para ralentizar o revertir algunas de las enfermedades más frecuentes. Si a esta polipíldora que es el ejercicio, le unimos algunos suplementos con actividad senolítica, es probable que en la próxima década comiencen a aplicarse con más asiduidad estos tratamientos frente a enfermedades como la diabetes, la cardiovascular, o las neurodegenerativas, todas relacionadas con esas células zombis o senescentes.

Clínica Dr. Durántez para un envejecimiento saludable

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