La vitamina D está con toda probabilidad robando el pódium del protagonismo a su compañera de abecedario, la vitamina C popularizada por Linus Pauling. No pasa un mes sin que aparezca algún artículo científico que desvele alguna nueva función de esta casi hormona que regula multitud de procesos en el organismo. Y entre ellos, se encuentran algunos relacionados con el envejecimiento. Artículo publicado en la revista Alimente el 20/7/2020.
Que la D es en la actualidad con toda probabilidad la vitamina más estudiada de todas, es indudable. La búsqueda de ese término en la base de datos Pubmed muestra que en 2019 se publicaron más de 5.000 artículos al respecto, y más de 2.700 en lo que llevamos de 2020. ¿De donde viene este interés? Tradicionalmente ha sido considerada la vitamina antirraquítica, por su función de regulación del metabolismo del calcio.
Sin embargo, esta visión cambió con el descubrimiento de que prácticamente la totalidad de las células del organismo tienen un receptor de esta vitamina, el VDR. ¿Por qué tiene esto importancia? Por el simple hecho de que, bien se trate de células de la piel, del corazón o de otros órganos, si tienen un receptor para esta sustancia, la deficiencia puede afectarles negativamente. Se estima que alrededor del 3% del genoma humano estaría regulado por los niveles de vitamina D.
Se estima que alrededor del 3% del genoma humano estaría regulado por los niveles de vitamina D.
Y una de las cosas que sabemos en la actualidad es que la deficiencia de vitamina D está muy extendida, incluso en países mediterráneos con muchas horas de sol, como España. Podemos obtener esta sustancia en cantidades limitadas a partir de la dieta, siendo la principal fuente la síntesis en el organismo, proceso que se inicia con la exposición de la piel a la radiación solar. Pero nuestro estilo de vida y las precauciones para evitar los riesgos para la salud de un exceso de sol, han resultado en esta carencia, definida por un nivel inferior a 30 ng por mililitro en sangre. De hecho, los estudios indican que entre un 40 a un 60% de la población española sería deficiente en vitamina D, porcentaje que aumenta hasta cerca de un 80% en el caso de los mayores e incluso el 100% de ancianos con fracturas osteoporóticas, “Deficiencia de vitamina D en España. ¿Realidad o mito?“, Scielo, marzo, 2014.
Y la relación con el sistema musculoesquelético es una de las más conocidas de esta vitamina con el envejecimiento saludable. Necesaria durante la infancia y adolescencia para evitar el raquitismo y para el desarrollo esquelético normal, juega un papel fundamental para evitar la osteoporosis a edades avanzadas. Ya hemos mencionado que en personas mayores la prevalencia de deficiencia de vitamina D es muy elevada. Las posibles causas pueden ser la falta de exposición al sol, una dieta inadecuada y una menor capacidad genética de mantener unos niveles adecuados de la vitamina.
Entre un 40 a un 60% de la población española sería deficiente en vitamina D
De hecho y a pesar de la importancia del colecalciferol o vitamina D3, no siempre en las terapias contra la osteoporosis se controla de forma adecuada sus niveles. Un aporte extra de calcio o el tratamiento con fármacos antiresortivos, ven reducida su efectividad ante la deficiencia de esta vitamina. Ello sin olvidar que los nutrientes nunca actúan de forma aislada, y que incluso a pesar de suplementar con vitamina D, la deficiencia de magnesio puede dificultar su función, “Role of Magnesium in Vitamin D Activation and Function“, The Royal of the American Osteopathic Association, marzo 2018. Y que, además, para la incorporación del calcio en el hueso se necesita la participación de la vitamina K, “Vitamina K, buena para tus huesos, buena para tus arterias”, Gente Sana, julio 2019 Niveles muy elevados de vitamina D junto a deficiencia de K pueden favorecer la acumulación de calcio en lugares donde no nos interesa, como por ejemplo las placas de ateroma en las arterias.
Por poner un símil, el calcio son los ladrillos, la vitamina D el transportista, el magnesio el capataz y la vitamina K el albañil que construye el muro (el hueso). Sin la acción coordinada de todos ellos, el proceso no será eficaz.
Otro factor asociado al envejecimiento, que puede verse afectado por los niveles de vitamina D, es la pérdida de masa muscular o sarcopenia. Se sabe desde hace tiempo, que uno de los principales indicadores de calidad de vida en la edad avanzada es la masa muscular. A menor masa muscular, mayor probabilidad de caídas, dependencia, y también de osteoporosis (osteosarcopenia). E incluso mayor mortalidad, habiéndose encontrado que la fuerza de agarre, medida en una sencilla prueba con un dinamómetro (el handgrip strength test) es un muy buen indicador del riesgo.
El calcio son los ladrillos, la vitamina D el transportista, el magnesio el capataz y la vitamina K el albañil que construye el muro (el hueso). Sin la acción coordinada de todos ellos, el proceso no será eficaz.
Un estudio longitudinal en mayores desarrollado en Amsterdam, “Low Vitamin D and High Parathyroid Hormone Levels as Determinants of Loss of Muscle Strength and Muscle Mass (Sarcopenia): The Longitudinal Aging Study Amsterdam“, JCEM, diciembre 2003, encontró que mayores niveles de hormona paratiroidea (que regula el Calcio) y que a su vez están asociados con menores niveles de vitamina D, se relacionan con un riesgo un 70% mayor de sarcopenia y peores resultados en el test de fuerza. La suplementación ha conseguido en algunos casos mejoras en la función muscular en ancianos, “Muscle strength, functional mobility and vitamin D in older women“, PubLMed, diciembre 2000. Y es que se ha comprobado que la vitamina D mantiene la función de las fibras musculares de tipo II, lo que se asocia con una menor pérdida de masa muscular y de fuerza, “Vitamin D in the aging musculoskeletal system: An authentic strength preserving hormone“, ScienceDirect, junio 2005.
Otro aspecto relacionado con la vitamina D es el envejecimiento de la piel. El sol es un arma de doble filo, porque un exceso puede además de aumentar el riesgo de ciertos tipos de cáncer de piel, producir inflamación, aumentar el estrés oxidativo y favorecer la degradación del colágeno. Pero no exponernos al sol y una deficiencia de vitamina D tampoco es beneficioso para la piel, porque entre otros, esta sustancia regula la proliferación de los queratinocitos, las células que constituyen la epidermis, mejorando la renovación de la piel y su función barrera. Incluso se ha observado un efecto fotoprotector de esta vitamina, “Vitamin D and the skin: Focus on a complex relationship: A review“, NCBI, noviembre 2015.
¿Y que hay de la salud cardiovascular?
Los estudios observacionales habían encontrado una relación entre niveles de vitamina D bajos y mayor riesgo de infarto, ictus, o mortalidad por enfermedad cardiovascular. Sin embargo, para averiguar si hay una relación de causa-efecto necesitamos los ensayos clínicos controlados, “Vitamin D deficiency and risk of cardiovascular diseases: a narrative review”, BMC, junio 2018. Y un meta-análisis que analizó los datos de 21 de estos estudios con una muestra de 83.000 pacientes, encontró que la suplementación con vitamina D no era efectiva para la reducción del riesgo de enfermedad cardio o cerebrovascular. Aun así, no debemos cerrar totalmente esta puerta, dadas las limitaciones de los estudios con suplementación, “Vitamin D Supplementation and Cardiovascular Disease Risks in More Than 83 000 Individuals in 21 Randomized Clinical Trials“, JAMA Network, junio 2019.
Y es que este meta-análisis, incluía los resultados entre otros de dos famosos ensayos con vitamina D como son el estudio VITAL y el estudio VIDA. Pero de los 21 estudios, solo 4 tenían la enfermedad cardiovascular como desenlace primario, y, además, no hay datos que permitan hacer un análisis por subgrupos.
¿Por qué esto es importante?
Porque cuando hacemos un estudio con suplementación, necesitamos discernir si el efecto es el mismo en las personas que tienen niveles de suficiencia frente a los que tienen deficiencia, ya que, por lo general, en los primeros no se va a observar un efecto apreciable, mientras que en los segundos si que puede haberlo. También es importante analizar las dosis de la vitamina administradas, y su frecuencia (diaria, mensual…). Otros aspectos importantes son las variantes genéticas, ya que se ha comprobado que hay individuos respondedores y no respondedores a la suplementación con vitamina D. Y finalmente y a título personal, creo que también sería necesario controlar por otros nutrientes que participan en el metabolismo de la vitamina D, como el magnesio, o la vitamina K. En resumen, limitaciones que complican el obtener resultados claros, aun de ensayos clínicos.
A titulo de curiosidad, el estudio, “Randomized Control Trial Assessing Impact of Increased Sunlight Exposure versus Vitamin D Supplementation on Lipid Profile in Indian Vitamin D Deficient Men“, PubLMed, junio 2017, ha encontrado que la exposición al sol, podría reducir los niveles de colesterol en sangre en comparación con la suplementación con la vitamina. El mecanismo parece ser la utilización de parte del colesterol como base para la síntesis de la vitamina, y, por tanto, se reducirían sus niveles en el organismo. Esto unido al efecto beneficioso del sol sobre la tensión arterial, por la producción de vasodilatadores como el óxido nítrico, podría reforzar el papel cardiosaludable de la actividad física en el exterior.
La exposición al sol, podría reducir los niveles de colesterol en sangre en comparación con la suplementación con la vitamina.
Vayamos para finalizar un poco más allá, y veamos los últimos descubrimientos sobre la vitamina D y los mecanismos moleculares relacionados con el envejecimiento. Y en esto, los pobres roedores nos pueden ayudar a arrojar cierta luz. El estudio “Premature aging in vitamin D receptor mutant mice“, SciencieDirect, julio 2009 realizado con ratones modificados genéticamente, sin receptor de vitamina D en sus células, demostró que varios mecanismos relacionados con el envejecimiento estaban acelerados en ellos, tales como menor supervivencia, alopecia temprana, engrosamiento de la piel, o incluso aspectos funcionales como la pérdida de la capacidad de nadar a los 6 meses, frente a los ratones convencionales. Los autores concluyen por tanto que la vitamina D juega un papel en la regulación del envejecimiento.
La hipervitaminosis D produce envejecimiento acelerado.
Curiosamente, se encontró también que la hipervitaminosis D, es decir, niveles excesivamente elevados de esta vitamina, también reproducían esos efectos de envejecimiento acelerado. Ello estaría relacionado con un gen denominado klotho, decubierto en 1997, “Klotho, a Gene Related to a Syndrome Resembling Human Premature Aging, Functions in a Negative Regulatory Circuit of Vitamin D Endocrine System“, OXFORD Academic, diciembre 2003, y que se ha implicado en numerosos procesos relacionados con el envejecimiento, “Klotho: An Elephant in Aging Research” PubLMed, junio 2019.
Al parecer, klotho participaría como un regulador del metabolismo de esta vitamina, al controlar la actividad de la 1 alfa-hidroxilasa, una de las enzimas que participan en el riñón en el último paso para la obtención en el organismo de su forma activa. Por tanto, la relación entre el gen klotho y el control de los niveles de vitamina D estaría detrás de su papel en el control del envejecimiento. Y no solo ello, sino también otros procesos relacionados con el envejecimiento celular como el estrés oxidativo, la inflamación, la función del sistema inmune, la disfunción mitocondrial o la autofagia, mecanismos todos ellos también regulados por esta vitamina, “Vitamin D deficiency accelerates ageing and age-related diseases: a novel hypothesis”, PubLMed, octubre 2017.
¿Qué podemos hacer por tanto?
Lo primero sería, además de llevar una dieta saludable, intentar mantener una exposición regular y moderada al sol, de forma segura. ¿Qué quiere decir moderado y seguro? Investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia, nos lo resumen en este estudio, “¿Cuánto sol es bueno para la salud?“, Universidad Politécnica de Valencia, abril 2017. La suplementación sería recomendable establecerla en base a una sencilla analítica de sangre que verifique nuestros niveles y permita al profesional de la salud recomendar una dosis adecuada. Lo que está claro es que debemos prestar atención a esta “vitamina maravilla” si queremos mantener una buena salud, más aún cuantos más años cumplimos, “Vitamina D: ¿es suficiente con tomar un poco el sol?“, Gente Sana, julio 2018.
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