En 2015 se estrenó la película “Concussion” (traducida al español como “La verdad duele”), basada en hechos reales y con gran éxito entre el público. En ella, un neuropatólogo forense (interpretado por Will Smith) hace tambalear los cimientos de la Liga de Fútbol Americano (NFL), al descubrir que las repentinas muertes que azotan a varios ex jugadores de fútbol americano se asocian con daño cerebral severo como consecuencia de los golpes recibidos en la cabeza durante su carrera deportiva. Precisamente, el término concussion hace referencia a una pérdida temporal de la función cerebral provocada por un traumatismo que irrumpe sobre el cerebro, relacionándose su exposición repetida con el desarrollo de trastornos neurodegenerativos a largo plazo. Artículo publicado en la revista Alimente el 14/01/2020.
Existe una gran evidencia apoyando que los deportistas de élite presentan un menor riesgo de enfermedad cardiovascular y mortalidad, “Deporte de competición, ¿es peligroso para la salud?“, Gente Sana, agosto, 2019. Por ejemplo, un interesante meta-análisis “Elite Athletes Live Longer Than the General Population: A Meta-Analysis“, publicado por el grupo del Catedrático de la Universidad Europea de Madrid, Alejandro Lucía, que incluyó más de 40 mil deportistas, mostró que éstos tenían un 27 y un 40% menos riesgo de mortalidad asociada a enfermedades cardiovasculares y cáncer, respectivamente, que la población general.
Además, otro estudio epidemiológico publicado en la prestigiosa revista British Medical Journal, que analizó más de 15 mil medallistas olímpicos, encontró que estos deportistas vivían una media de 2,8 años más que la población general, independientemente del país de origen o del deporte practicado, “Survival of the fittest: retrospective cohort study of the longevity of Olympic medallists in the modern era“, Thebmj, diciembre 2012.
En este caso, la exposición prolongada a estos impactos a través de los remates y despejes del balón con la cabeza podría asociarse a cambios en la estructura y función cerebral y, en último término, con enfermedades neurodegenerativas.
Sin embargo, las consecuencias a nivel neurocognitivo de la participación en deportes de élite, esencialmente de contacto, son inciertas. Así, la problemática tratada en la película no es exclusiva del fútbol americano. Por ejemplo, en el fútbol que todos conocemos (el soccer para los norteamericanos), también está siendo cuestionada la salud cerebral de los futbolistas. En este caso, la exposición prolongada a estos impactos a través de los remates y despejes del balón con la cabeza podría asociarse a cambios en la estructura y función cerebral y, en último término, con enfermedades neurodegenerativas.
Así, una investigación llevada a cabo en futbolistas en activo y cuyo autor principal fue el prestigioso Dr. Michael Lipton del Albert Einstein College of Medicine, desveló cambios anormales en la microestructura de la sustancia blanca evaluada a través de resonancia magnética, de lo que se infiere que los futbolistas están en riesgo de deterioro cognitivo, “Soccer Heading Is Associated with White Matter Microstructural and Cognitive Abnormalities“, RSNA, septiembre 2013.
En la misma línea, en otro estudio publicado en 2016, “Evidence for Acute Electrophysiological and Cognitive Changes Following Routine Soccer Heading“, EbioMedicin, se analizaron los cambios electrofisiológicos y cognitivos a nivel agudo asociados al remate de cabeza a un balón de fútbol, simulando una rutina normal de entrenamiento. Al finalizar el experimento, cada uno de los 19 jugadores amateur que participaron había golpeado el balón con la cabeza hasta en 20 ocasiones, alcanzando una fuerza de impacto media de 13,1 g.
Los exfutbolistas profesionales tienen 3 veces más riesgo de muerte por enfermedades neurodegenerativas que la población general.
Los resultados obtenidos a través de estimulación magnética transcraneal mostraron alteraciones electrofisiológicas a nivel de la corteza cerebral, repercutiendo negativamente sobre la función cognitiva. Estas alteraciones fueron transitorias, normalizándose sus valores a las 24h. Los autores concluyeron que, aunque estos cambios en la función cerebral fueran agudos, someterse repetidamente a ellos podría tener consecuencias deletéreas sobre la salud del cerebro a largo plazo.
Confirmando estos resultados, acaba de publicarse en el pasado mes de noviembre un interesantísimo estudio epidemiológico publicado en una de las más prestigiosas revistas médicas a nivel internacional, The New England Journal of Medicine, “Neurodegenerative Disease Mortality among Former Professional Soccer Players“, en el que se observó que los exfutbolistas profesionales tienen 3 veces más riesgo de muerte por enfermedades neurodegenerativas que la población general. La mortalidad por enfermedad neurodegenerativa fue la principal causa de muerte, estando presente en el 1,7% de los 7700 exfutbolistas de élite seguidos frente al 0,5% en los no deportistas. Asimismo, el riesgo de mortalidad por Alzheimer fue 5 veces mayor, 4 veces en el caso de la ELA (esclerosis lateral amiotrófica) y el doble en el caso de muerte por Parkinson en los ex futbolistas.
Otro llamativo hallazgo encontrado por el Dr. Mackay y sus colaboradores fue que los futbolistas tomaron medicamentos relacionados con la demencia con mayor frecuencia que los no deportistas. Sin embargo, no todas iban a ser malas noticias para los exfutbolistas. Así, en una magnífica editorial publicada en la misma revista, se resaltan las buenas noticias que van en la dirección de un menor riesgo de mortalidad por enfermedades no neurológicas entre los exjugadores de fútbol de élite con respecto a los controles, “Soccer and Mortality — Good News and Bad News“.
Asimismo, el riesgo de mortalidad por Alzheimer fue 5 veces mayor, 4 veces en el caso de la ELA y el doble en el caso de muerte por Parkinson en los ex futbolistas.
Por tanto, el artículo de Mackay se suma a la evidencia de que los impactos repetitivos sobre la cabeza en algunos deportes de contacto pueden aumentar el riesgo de enfermedades neurodegenerativas y demencias. En este sentido, se necesitan nuevas investigaciones sobre las consecuencias neurológicas de golpear repetidamente el balón con la cabeza, incluyendo estudios que involucren a exjugadoras profesionales y a futbolistas amateur, así como investigaciones que analicen los mecanismos fisiológicos que relacionen el golpear el balón con la cabeza y las enfermedades neurodegenerativas con el fin de confirmar o refutar los resultados del estudio de Mackay.
En definitiva, a la vista de estos hallazgos, y sin llegar a dramatizar, resulta recomendable hacer especial hincapié en la vigilancia activa de la salud neurocognitiva en futbolistas en particular, así como en el resto de practicantes de deportes de contacto en general.
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